Apocalíptico y amenazante mensaje de fin de año del presidente Javier Milei

(www.Portada.com.ar – Mendoza – Por Ariel Robert) Aunque sin utilizar el recurso oficial de la Cadena Nacional, Javier Milei emitió su mensaje de fin de año en el que trazó, primero un diagnóstico de situación y luego una advertencia a la oposición, a los dirigentes políticos, sindicales y sociales.

 

Celeridad

Comenzó diciendo que en los pocos días que lleva el gobierno ya implementaron cambios, con una celeridad inusual, que han producido un achique del Estado, que han provocado un "shock" de estabilización, esto último, lejísimo de la comprobación de los consumidores. 

 

Otra grieta

Volvió a hacer alusión a la "casta" y a equiparar esa casta con "delincuentes", tema que seguramente pondrá en alerta a los muchos sectores productivos que se han manifestado en contra de las decisiones que viene proponiendo.

Así como hubo uso reiterado del término "grieta" desde hace algunos años, ahora Milei eleva una muralla entre dos colectivos sociales, dos tipos de argentinos: "la gente de bien" y el resto.  Sería interesante que pudiese definir a unos y otros, unas y otras.

Los repudios sobre muchos artículos de la Ley, provienen de entidades y referentes que no podrían sintetizarse ideológicamente. 

No se trata de la marcha del ¨Partido Obrero" ni de los "piqueteros", que pareció más una puesta en escena del protocolo de Bullrich que una protesta clásica-solamente. 

Se han pronunciado desde la industria farmacéutica; sectores de pequeños y medianos productores agrícolas agremiados en la Mesa Agroalimentaria Argentina (MAA); los referentes de las economías regionales, a quienes les impuso nuevas retenciones sobre sus exportaciones; las actrices, los artistas, los teatreros, los trabajadores de la industria de la cinematografía, con afectaciones directas si se pone en práctica el proyecto en el que desaparece el Instituto Nacional del Teatro que mencionamos ayer, aquí mismo pero también la derogación de leyes recientes como la de alquileres, y la del impuesto a las ganancias que el propio Javier Milei en su época de Diputado Nacional votó a favor.

En su discurso, esta vez le bajó el precio a la historia del país, y ya no usó la mentira de decir que Argentina fue la primera potencia del mundo, sino el país más rico del mundo. Desde ese concepto es que cifra sus propuestas, de hace un siglo atrás, como si no se hubiesen registrado cambios fenomenales en toda la órbita económica, científica, política, tecnológica, educativa y social.

En el diagnóstico, reincidió en decir que ha recibido la peor herencia de toda la historia y se atrevió a decir que la situación actual es peor que la de 2001/2002, omitiendo que en aquella ocasión había una desocupación del 21,5% y hoy es del 6,2%, para establecer al menos una comparación. Sería importante no adulterar más los datos de los diagnósticos porque las recetas serán inexorablemente perjudiciales.

 

Siete minutos

El mensaje duró 7 minutos. Los siete minutos, a diferencia de la novela de Irvin Wallace "los siete minutos" no develaron ningún misterio, pero sí provoca intriga política. El énfasis con el que amenaza que "de no aprobar el mega proyecto la catástrofe podrá tener progresiones bíblicas” funciona como analogía a que carece de proyecto político. Es obvio que, en un sistema republicano, no se trata de gestionar con el capricho y gobernar con el hígado, es imprescindible generar acuerdos, en ocasiones ceder y conceder, cambiar, modificar, agregar, mejorar las normas propuestas. Resulta insultante ignorar esto y a la vez aludir a Juan Bautista Alberdi.

 

Cifras inflacionarias.

Podemos prescindir de títulos y doctorados en economía para saber que sí tiene consecuencias proféticas que un mandatario le advierta a toda una Nación que puede haber una inflación indetenible. Los remarcadores de precios, felices, el resto, asustado. Asimismo, las inconsistencias son peor que preocupantes. Pasó de su discurso inaugural previendo un 15 mil por ciento de inflación a 7.500% o sea, exactamente la mitad. Más asustado nos deja.

 

No creas, teme.

Al revés que el fragmento del Evangelio en el que Jesucristo le indica a Jairo, el papá de la niña muerta que hizo resucitar "no temas, cree", en este último discurso presidencial, Javier Milei insistió en la catástrofe que se avecina si en el Congreso no aprueban la ley que tiene más de 600 proyectos y que, además, incluye al propio DNU que es irrefutablemente inconstitucional.

 

Iniciativa

Los cambios rotundos enunciados obedecen a modelos ya aplicados. Privatizaciones, desguace, enajenación, desprendimiento de patrimonio soberano, desprecio por la cultura propia y desindustrialización. Resulta novedoso que Milei evita pronunciar y aludir a Perón y al peronismo, pero utiliza de modo maniqueo lo que el peronismo representa como filosofía política: colectivismo.

 

Pronóstico 2024: duro y sacrificado

Sobre el final, en el que habló de 100 años de fracasos, prometió un 2024 -siempre supeditado a la aprobación acrítica del Proyecto de Ley-  duro y que requeriría sacrificios. Arengó a la dirigencia a obedecer sus propuestas y dijo que dentro de 45 años (sí, cuatro décadas y un lustro) multiplicaríamos por 10 el PBI actual, poniendo como ejemplo a Irlanda. Antes había dicho que en 35 Argentina sería potencia, ahora le sumó diez años para esa cuenta incomprobable, al menos para quien firma esto que seguramente no verá ninguna de esas promesas, pero ojalá, tampoco ninguna de las amenazas. Paradójico. Terminó su discurso invocando a Dios y acto seguido, encomendándonos a "las fuerzas del cielo", inédito esoterismo para un mensaje presidencial.