El dormitorio, así se expresaba Van Gogh a través del color

Van Gogh utilizó el color como una vía para expresar sus sentimientos. En el caso de El dormitorio, se propuso que la pintura transmitiera calma y relax

Ésto también es noticia25/07/2025 National Geographic-es-Madrid- por Álex Sala*

(www.Historia.NationalGeographic.com.es – Madrid – Por Álex Sala *) La temporada que Vincent van Gogh pasó en La Provenza francesa fue la etapa más prolífica del pintor holandés, de la que salieron obras maestras como Los Girasoles o Noche estrellada

Pero de todas las pinturas que realizó en Arlés y el sanatorio de Saint-Rémy entre 1888 y 1889, la mejor fue, a juicio del propio Van Gogh, El dormitorio.

Se trata de una vista de su habitación de 74 x 91 cm ejecutada en octubre de 1888 que reproduce la paleta de tonos brillantes e intensos que el artista había ido a buscar al cálido sur. Van Gogh utilizó el color como una vía para expresar sus sentimientos. En el caso de El dormitorio, se propuso que la pintura transmitiera calma y relajación, después de frenéticas semanas de trabajo que lo obligaron a abandonar el trabajo un par de días: "contemplar el cuadro debería descansar la mente, o, mejor dicho, la imaginación".

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La casa amarilla

En febrero de 1888, Vincent van Gogh se instaló en Alés para iniciar un nuevo proyecto en el cálido y luminoso sur de la Provenza: crear un estudio para artistas en el que pudieran vivir y trabajar juntos, beneficiándose mutuamente de su talento. Así alquiló cuatro habitaciones en una vivienda de la plaza Lamartine que inmortalizó en la obra La casa amarilla. Su dormitorio está detrás de la ventana del primer piso con los pórticos cerrados. En Arlés, Van Gogh encontró la luz y el brillo que le faltaban en París y llenó sus pinturas de amarillo, un color que le evocaba la felicidad y la libertad que buscaba en la Provenza. El amarillo inunda toda la pintura, reflejo de como el color expresaba un estado de ánimo más que una realidad. La casa amarilla ya no existe, fue destruida durante un bombardeo aliado en 1944.

 

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Orden, sosiego y reposo

Tras meses de intensas e interminables jornadas pintando el paisaje provenzal, lleno de color, estaba "tan agotado por el trabajo que por la noche soy como una máquina averiada", confesaba. En octubre, exhausto, tuvo que detener su frenesí pictórico para descansar. Su nuevo proyecto, esbozado en una carta a su amigo Gauguin fue su dormitorio, "me divertí muchísimo haciendo este interior vacío con una sencillez a lo Seurat". En otra misiva, explicaba a su hermano Theo que la habitación debía sugerir "descanso o sueño en general. En resumen, contemplar el cuadro debería descansar la mente, o, mejor dicho, la imaginación".

 

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Influencia japonesa

El dormitorio tiene una perspectiva en un primer momento extraña. Ello se debe a una elección deliberada del artista para mostrar la perspectiva inspirado en las técnicas de los grabadores japoneses, que aportaban profundidad a sus ilustraciones a través de áreas planas, colores brillantes y contornos marcados y recortados. La profundidad se sugiere a través de la gran cama, con unas patas traseras desmesuradamente grandes, que se va estrechando hacia el fondo. Para Van Gogh el arte japonés evocaba la paz y la tranquilidad que quería para su dormitorio, no en vano, "los Japoneses han vivido en interiores muy sencillos y qué grandes artistas han vivido en este país". Otro factor que altera la perspectiva es que la pared del fondo era diagonal con respecto a las laterales.

 

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Colores y sentimientos

Van Gogh pretendía transmitir "una sensación de reposo inquebrantable" a través del perfecto orden y la solidez de los muebles de la habitación, pero, sobre todo, del color. Así describió Vincent su obra: "Las paredes son de un violeta pálido. El suelo es de baldosas rojas. La cama y las sillas son de un amarillo mantequilla fresco. La sábana y las almohadas de un verde limón muy brillante.

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La manta, de un rojo escarlata. La ventana, verde.

El tocador, naranja, el lavabo, azul. Las puertas, lila". Van Gogh creía que un pintor no debía intentar reproducir exactamente el color que veía, eso era "el reflejo de la realidad en el espejo". Pensaba que los contrastes entre colores complementarios equilibraban la obra en general y que la combinación de colores de su dormitorio tenía un efecto apacible.

 

¿Dónde están los colores de Van Gogh?

La comparación entre el aspecto de la obra y la descripción del propio Van Gogh hace evidente que no se trata de los mismos colores: el lila de la pared es en realidad azul, el amarillo de los muebles es más brillante y el suelo rojo ha palidecido. Desde que pintó el cuadro, la tela se ha decolorado. Esto se debe a los modernos pigmentos que usó el artista en su momento. Los mismos compuestos sintéticos que permitían reflejar un brillo y una luminosidad desconocidos hasta entonces, reaccionan de forma diversa a las condiciones ambientales, se oxidan y se degradan en contacto con la luz, el aire y el cambio de temperatura. Sobre estas líneas, una comparativa entre el aspecto actual de la pintura y una reconstrucción realizada por los expertos del Museo Van Gogh de Ámsterdam.

 

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El color perdido

Un caso concreto es el del suelo. Durante la restauración de la obra llevada a cabo a inicios de la década de 2010, los expertos del Museo Van Gogh descubrieron que la causa de la decoloración del suelo rojizo era la eosina, un tinte sintético que salió al mercado a finales del siglo XIX que se desvanece con su exposición continua a la luz. Van Gogh era conocedor de los problemas que podían causar los pigmentos modernos y su fragilidad ante los cambios ambientales, pero aun así le gustaba usarlo de todos modos.

 

La humedad

Debajo de la silla situada a la izquierda, puede observarse el efecto más dramático de los factores ambientales sobre la pintura del cuadro, un espacio en el que aparece una mancha verdosa resultado de la completa alteración del pigmento original. Seguramente es el aspecto más visible de los daños causados en el cuadro por la humedad, que también provocó el descascarillamiento y grietas en otras zonas de la pintura. Después del episodio de la oreja y la marcha de Gauguin de Arlés, Van Gogh ingresó en el hospital y a su regreso las pinturas habían sufrido daños por la humedad: “el agua y el salitre rezumaban de las paredes porque la casa no había tenido fuego durante mi ausencia”. Posteriores restauraciones han minimizado estos daños en la actualidad.

 

Intervención de emergencia

En enero de 1889, Van Gogh escribió a su hermano informándole del desastre que había encontrado a su regreso: “el agua y el salitre rezumaban de las paredes porque la casa no había tenido fuego durante mi ausencia”. Vincent empaquetó su obra dañada en papel de periódico para que se secase y minimizar los daños que había sufrido. Esto ha provocado que hoy puedan observarse, si se amplía mucho la imagen, pequeños restos de la tinta impresa de esas páginas en una de las patas de la silla de la izquierda de la obra y en la sábana roja, como puede observarse en la imagen ampliada. 

 

Las otras obras de arte

Colgados de la pared aparecen otras pinturas y grabados del propio Van Gogh que han podido ser identificadas. Se trata de uno de los muchos paisajes que había realizado el pintor desde su llegada a Arlés, en la cabecera de la cama, y dos retratos: el del pintor Eugène Boch (a la izquierda) y del teniente Milliet, con quien entabló amistad en Arlés.

 

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La pintura preferida

En la carta que informaba sobre el desastre causado por las humedades durante su ausencia, Vincent explicaba a Theo que "cuando volví a ver mis lienzos después de mi enfermedad, el que me pareció mejor fue el dormitorio". Era uno de sus cuadros favoritos y al ingresar en el sanatorio mental de Saint-Rémy meses más tarde, al no poder salir al exterior a pintar obras originales, dedicó su tiempo a hacer un par de copias de la pintura dañada. Una de ellas, sobre estas líneas, está en el Instituto de Arte de Chicago, pintada a la misma escala y casi idéntica. 

 

La pintura favorita

En la carta que informaba sobre el desastre causado por las humedades durante su ausencia, Vincent explicaba a Theo que "cuando volví a ver mis lienzos después de mi enfermedad, el que me pareció mejor fue El dormitorio". Era uno de sus cuadros favoritos y al ingresar en el sanatorio mental de Saint-Rémy meses más tarde, al no poder salir al exterior a pintar obras originales, dedicó su tiempo a hacer un par de copias de la pintura dañada. Una de ellas, sobre estas líneas, está en el Instituto de Arte de Chicago (izquierda), pintada a la misma escala, y otra que pertenece al Museo d'Orsay de París, un poco más pequeña. Ambas son casi idénticas a la original, la variación más llamativa son sin duda los retratos colgados en las paredes. Las copias parecen contar con sendos autorretratos realizados en 1889, uno con barba y otro sin ella. Las mujeres a su lado son retratos imaginarios, que evocaban tal vez cierta melancolía de los pasados tiempos felices.

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(*) Álex Sala, Periodista especializado en arte

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